Lo que pude percibir

La noche del jueves en el Rodney fue divertida y alegre. Fueron muchos amigos, el lugar estaba repleto y me sentí en mi cumpleaños de quince porque había grupos de amigos de diferentes lados y quería disfrutarlos un poco a cada uno. A algunos nos los veía hace mucho y me puso feliz que aparecieran. A otros los veo seguido pero no van siempre a este tipo de eventos y también me hicieron feliz. Otros van siempre y se mantienen firmes.

Julia leyó cosas de Full of love y cosas nuevas, y fue buena anfitriona y organizadora como siempre (y como Jessi y la gente del bar). Molina leyó básicamente cosas muy tristes, entre serio y dado, se dirigió bastante al público y la combinación resultó efectiva. Después leí yo, poemas nuevos y alguno viejo, asumiendo mi cursilería sin nervios. Terminó Felipe, descolocando para bien a todos con sus performances profundas sobre la especie humana; es de mis favoritos de lo que anda dando vueltas ahora y sólo se lo puede escuchar en vivo pues la manera en que lee es fundamental para recibir lo que escribe.
Hubo dos vueltas de poesía, a la segunda se sumó Luis Luque, que fue un rato para interpretar nuestros poemas. Leyó dos míos (uno lo repitió), y cosas de los chicos, haciendo interrupciones para comentar sensaciones que me parecieron acertadas.

Hacía mucho frío, pero igual anduvimos en la vereda charlando con el sector fumadores. Bebimos mucho vino. Concluimos con Julia y con Felipe en que más allá del dolor que se siente a veces, hay una felicidad inmensa por estar sintiendo, que sobrepasa cualquier problema que aparezca.

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¡Me llevaron regalos! ¡Preciosos! Impregnados de buenas intenciones. Eri me regaló un cuaderno que hizo a mano, perfecto, con una etiqueta que "casualmente" tiene mis iniciales:

Sazy me regaló unas postales preciosas de un artista peruano y un libro infantil sobre una ballena, que trae una ballena para colorear (después voy a subir una foto de la ballena antes y después):

Además, Cris llevó gentilmente su bandeja para que tuviéramos sonido porque hubo un problema con la otra. Los chicos no me dejaron pagar nada de lo que comí y tomé. Cuando vi que llegaban Heber y Matías y los bicivoladores me puse re contenta. ¡Lo mismo cuando la vi a Sazy y a Cobasky! Y cuando mandé el mail para difundir la velada y Carla me respondió con un breve mensaje que me hizo emocionar. Y cuando Julia salió a la calle y nos vio a Felipe y a mí charlando y se le iluminó la cara y nos dijo "¡eh, no se fueron!". Y cuando Berni me aseguró que iría al registro civil con una de las cookies que horneé para casarse con ella. Y cuando aparecieron Pato y Paulita, cuando llegué y estaba Marce solo esperando, cuando doblaron por la esquina Lore y Matí, cuando cayó Nacho contento por lucir su flamante auto. Cuando Seba H. vuelve a ir y nota si hago un mínimo cambio en un poema. Cuando una chica que vive en Paraná me pide uno de los poemas que leí para llevarlo, cuando todo, la gratitud me rebalsa.

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Y el sábado, noche más fría aun, pero noche de Combo Belga así que vestido de lana, coraje y al Abasto, a leer de nuevo. Ya estaban Horacio y Mario, y después llegaron Noe Vera con una amiga y más gente y más gente y sumemos una mesita, sumemos otra, hasta que quedó un tetris desprolijo de mesas de la cantidad de amigos, colegas y gente copada que había.
En la pantalla gigante jugaba Estudiantes. Celso, el dueño del lugar, a cuatro manos atendiéndonos a todos. La mítica lámpara de caracol que ilumina este ciclo de poesía encendió, y empezaron las lecturas. Abrió Seba Morfes, para llenar todo de quietud. Estaba lleno de palabras pero sus poemas me dan sensación de tranquildad, algo que agradezco mucho en medio del ruido cotidiano. Seguí yo. Pasó Noe Vera, que estaba hermosa, con poemas de amor y uno sobre la calle Venezuela que me quedó dando vueltas en la cabeza. Y Mario, con unos poemas muy lúcidos, con títulos y remates geniales. Mi favorito fue uno largo que se llamaba algo así como Poema interrumpido por una llamada telefónica.
Además, Dani fue declarada manager del Combo. Desiderio me hizo reír mucho. Conocí gente que me cayó muy bien, como Ivana, tan fresca. Me divertí con mis amigas. Aprendí lo que son papas de cocina y compartimos un mezcal muy rico que llevó Horacio para bautizar la garganta de los que íbamos a leer. Fue una lectura calma de clima respetuoso y de camaradería, y eso se valora mucho. Cuando terminé me senté con Daniela y me sentí algo tímida, como una nena que se esconde tras el cuerpo de su mamá después de participar en un acto escolar.

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Y pasaron muchas cosas más el fin de semana, ayer y el viernes a la noche. El domingo a la mañana me desperté pensando que el tema de El símbolo que dice "todo va a estar bien, no te preocupes más, mantén el movimiento", es como un resumen del I Ching, como esos libritos de "Fulano para principiantes".
El viernes fui a El camarín de las musas a ver Blanco después, de Nicolás Bolívar, una obra muy linda sobre una relación amorosa que se representa a través de un intercambio epistolar. Tiene un momento en el que  bailan con un tema de Björk y me pareció muy emotivo. El director, amigo, es bailarín también, la obra está llena de cosas suyas que me movilizaron.
A la madrugada terminé en otro lado bailando reguetón. El domingo lo resumí en la felicidad que me transmiten las fotos que subí ayer. Es tan imprevisible el movimiento de las cosas. Es tan invisible el orden. Y anoche me llega un mail que empieza diciendo: "Las transparencias nos revelan que muchas cosas están, aunque no las veamos en 3D. Lo que no se ve, se mantiene invisible hasta que hacemos foco en ello".
A veces pienso mucho y eso no me gusta, pero también siento que mi ser entero está desarrollando su intuición y eso me hace bien. Hay que cultivar la inteligencia emocional.