26.1.12

Un poema espontáneo

Cuando Don Juan dijo que el diálogo interno es lo que nos hace arrastrarnos, tenía razón
y cuando decido escribir una especie de poema directamente en internet, es algo así
como dialogar internamente y arrastrarme por una realidad que siente cosas
en la que mi vecino tose cada dos minutos desde el piso de abajo
y mi gato camina sin moverse de lugar sobre el acolchado, en busca de la comodidad perdida.
Es el fin de una jornada más, intensa y sin muchos cambios
no todo tiene que ser grandilocuente, lo importante es tener claras las intenciones
y en mí, sólo tienen que ver con las caricias. Toda la sangre que me sacaron hoy
va a ser analizada, dos jeringas enteras y allí se fue mi educación, saludando al sistema.
Todo lo que extraño esta madrugada refiere a los últimos dos meses
pero todo lo que va a pasarme corresponde al futuro, las obviedades
compensan los daños como un seguro contra incendios. Nada de eso importa
cuando te llegan mails desde Berlín de tu persona favorita o tomás helado
con alguien después de una botella de vino en la terraza. Fue eso y aprender
a coser de formas nuevas confesando anécdotas que no me hubieras permitido contar.
No importa nada de eso, todo el día, no hice más que recordar este momento de la charla:
Cuando alguien te dice "te quedan diez minutos de vida" y te ponés a pensar
¿qué importa ahora? ¿Me importa la ropa que llevo puesta? No.
¿Los títulos acumulados? No. ¿La plata que tengo? No. ¿Qué importa?
El amor que recibís y el amor que das. Pero mentira, te quedan cuarenta años
así que cambiemos las prioridades y entreguémonos sin culpa al vacío.
Cuando la razón ceda poder a la intuición, vamos a construir algo que será indestructible
y si te abruma lo fuerte, vas a darte cuenta que soy frágil aunque nunca me rompa.
Entre el ruido interior y el silencio que es sexy, hay que fluir y tirarse donde te llama el miedo
hasta que pase de largo como un pájaro en marcha y arroje una semilla donde nacerá todo.



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