Ahí estaba Adanowsky, besando al público, bailando entre el público, luciéndose cual divo, hablando de amor. Y todo hecho desde una postura tan simpática, seria, poco seria, rockera, popera, genuina y equilibrada, que resultaba imposible no quererlo. Me da mucho gusto encontrar gente así, que te hace sentir "este tipo entendió todo". Adanowsky está parado en el si/no, y se ríe de sí mismo e irradia humor y belleza de una manera fascinante. El 6 de abril vuelve a Buenos Aires, así que les recomiendo empiecen a escuchar sus discos para llegar al otoño inmersos en la magia que propone. Porque el círculo Adanowsky se completa viéndolo en vivo, me di cuenta tras meses de escucharlo.
Inmensidad, la luz es hoy.
Eternidad, nada se va.
Todo es amor, somos un sol con corazón.
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