18.12.12

Un poema taoísta





El dulce intenso año termina.
Con mi traje de baño miro caer la tarde desde las rocas.
La playa está desierta, sin gente.
Los cangrejos bebés corren de lado y se pierden en la superficie blanca.
Vacío mi mente de pensamientos.
Y cuando miro hacia arriba, ¡ya no hay sol en ninguna parte!
Mis ojotas y mi ropa yacen dispersas sobre la arena,

la luz muere, ahora sólo podré volver a tientas.
Mi vida aquí es como la de una joven huichol, donde
Nayarita viaja al cosmos elegida por viejos chamanes.


A veces sufro en medio de la belleza.

Entonces recuerdo, para aplacar mi estupidez,
que ya fui devorada por la tierra con placer absoluto.


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