1.5.13

No sabés qué hay adelante pero intuís que está bueno


Encontré un árbol de moras silvestres en la Selva Triste y, ni lenta ni perezosa, me dispuse a probarlas. El procedimiento era muy sencillo: arrancaba con cuidado una mora, la degustaba; arrancaba con cuidado una mora, la degustaba. Y así sucesivamente hasta que la piel me quedó manchada de violeta y fucsia. No me lavé las manos antes de comer, ni lavé las moras. Tampoco me pregunté si me iba a morir envenenada. Sólo arranqué con cuidado, degusté en silencio y agradecí haber encontrado moras, porque hacía unos días las venía deseando. ¿Las atraje con mi poder?

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