Tuve la suerte de andar por Ushuaia para escribir una crónica de viaje que debo sentarme a hacer esta semana. En cinco días anduve a pie, en auto, avión, barco, tren a vapor, raquetas de nieve, moto de nieve, trineo, ski, aerosilla, helicóptero y quién sabe si no olvido algo. Con todo ese movimiento, juro, tuve menos frío que acá en Buenos Aires estos días. Y así, llegué hasta el punto más austral del mundo al que puede llegar alguien a pie. Si "sólo habrá un nuevo principio una vez consumado el fin", me doy por satisfecha y me predispongo a empezar de nuevo.
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