Lunes: Probar pan de papa con Mica como si fuera una experiencia religiosa, inmersas en el vino y la charla.
Martes: Risas en la terraza de Le Bar. Estar en el colectivo con los chicos, que pare en la avenida Córdoba a pedido de la policía y suban dos oficiales a tomarle los datos al chofer y a dos pasajeros.
Miércoles: Jugar con Valentín en su habitación y que me muestre sus juguetes. El llanto cuando nos fuimos, pero sobre todo la risa mientras estábamos.
Jueves: La mesada de la cocina llena de verduras y un vino muy rico abierto para dar inicio a una velada calma y reconfortante.
Viernes: Por un lado, la extensa charla de chicas en Caballito, cena gourmet mediante. Los pistachos salados, la chocotorta con Danette de marroc.
Por otro, el amanecer en la terraza de Palermo al lado de la pelopincho antes de ir a dormir horas y horas.
Ojalá todas las semanas fuesen así...
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