4.7.11

Feliz post cumpleaños a mí


La cantidad de emociones experimentadas ante la llegada de estos 30 años fue innumerable. Festejé tanto que aun no me puse a responder los saludos virtuales, pero ya me haré tiempo. Me emocioné toda la semana. El miércoles (día del cumpleaños) a las doce en punto me dieron un paquete con 30 cartas de personas queridas. Familiares, amigos, ¡y hasta mi gato! La grossa de mi hermana menor se encargó de organizar semejante movida, ya que tanto me gustan las cartas, pero más allá de eso, me sorprendió la cantidad de amigos que se prendieron para sentarse, tomarse un rato y escribir -a mano o en la compu-, con todo lo que eso implica. Lloré leyendo como una maricona, obvio, y fue hermoso. No sólo eso, sino que había una carta anómina (¡gracias, increíble!) y otros que no llegaron a participar me dieron cartas después.

Además, mi familia me regaló una caja con 30 regalos. De todo un poco, cositas preciosas, elegidas por uno y otro, todo envuelto a lunares, todo muy Celcius. Y bueno, ese detalle es lo que me emocionó, no haber recibido una enorme cantidad de regalos que la verdad no esperaba, sino que cada uno de los regalos que me hicieron mi familia y mis amigos mostraron un grado de conocimiento de mi persona que me fascina. No cambiaría absolutamente nada de lo que eligieron, todo me encanta y me recuerda a cada persona que me lo regaló, lo que comparto con cada uno y el lugar que ocupan en mi vida. Estoy realmente feliz por la cantidad de relaciones que coseché a lo largo de estas tres décadas. Y mientras eso se mantenga así, tengo todo.

Y como conclusión, creo que los 30 deben estar alucinantes porque nunca tuve una seguidilla de festejos cumpleañeros tan genial como la de este año. Es un gran momento para hacer cosas buenas, dejarse caer, no desear nada para tenerlo todo y compartir. Gracias a cada uno y a todos.




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