29.7.11

No tiempo

El domingo pasado tuve una cena de esas en las que terminamos bailando en el living como si fuera un boliche. Fuimos hasta la estación de servicio a comprar cigarrillos y chocolates y estaba a una cuadra pero fuimos en auto, sólo para poder escuchar música en el estéreo y cantar a los gritos como en las viejas épocas.
Al otro día, el lunes, me desperté muy tarde y decidí tomarme el día. Trabajé en casa, pensé todo el tiempo en asuntos muy puntuales y, como el tiempo no pasaba y estaba contenta, decidí calzarme las botas de lluvia e irme a Easy a comprar una estantería metálica que quería hacía tiempo.
Cuando salí era de día y estaba nublado. Me probé una remera de Ramones que no me gustó, bajé al subte y cuando salí ya era de noche y diluviaba. Hice las compras en Easy. Además de la estantería, compré un ácido para destapar la cañería que desagotaba despacio (nada de destapa-cañerías, el ácido es más eficiente), unas rejillas, burletes, dos cajas de plástico grandotas y un par de cosas más.
Salí. No había taxis en ningún lado y por teléfono anunciaban 40 minutos de demora. Agarré las bolsas, cargué la estantería -que era más grande que yo y pesaba mucho- y me fui caminando abajo de la lluvia. Caminé desde Puan hasta Primera Junta. La gente me miraba pasar. Paré a descansar un rato y vi que tenía todo (el pecho, la falda, las piernas con medias can can de morley) cubierto de blanco. Eran los pedacitos de cartón de la caja que se deshacían por la lluvia. Me pareció un detalle con gracia. Al rato pasó un taxi, le pedí que me dejara en la dietética y compré pepas de coco y avena para tomar mate armando la estantería. Me di cuenta que era el Día fuera del Tiempo y me puso contenta haberme dedicado la jornada y haber estado de tan buen humor. Logré armar la estantería y me fui a una cena. El martes empecé otro año con certezas sobre varios asuntos puntuales.

2 comentarios:

  1. Leí esto por ahí y me acordé de vos. Un beso !

    qué esperás de la literatura, nena
    que viaja en el último vagón del subte d
    un martes a las ocho de la noche.

    qué esperás de la literatura, nena
    que va con zapatos negros
    de taco bajo y punta redonda,
    pantalones verdes que dejan ver los tobillos flacos
    y adivinar el sexo reticente,
    musculosa negra escotada
    y con ribetes y campera corta gris de falso cuero
    con flecos y el cuello hacia arriba

    van llegando los 30, nena, decime

    qué esperás de la literatura,
    que suture el fantasma
    de tu papá depresivo
    tu mamá alcohólica
    de tu vieja y querida anorexia voraz?
    cada tanto levantás la vista del libro verde de tapas duras

    y el maquillaje del día no logra ocultar
    el vacío triste que hay en la caverna de tus ojos.
    cuando me bajo con león (10) en la estación tribunales
    cargado con bolsas del easy
    alcanzo a ver que uno de los personajes de tu libro
    se llama natasha.
    ah, un libro ruso!
    pero no es guerra y paz
    ni karamazov.
    será un best seller social francés o inglés
    de los años cincuenta?

    qué será?
    qué esperás de la literatura, nena?
    yo te digo: no esperes nada
    no te va a curar
    ni te va a informar
    ni te va a entretener
    ni te va a hacer mejor.
    sólo va a poblar tu cabecita ya adulta
    de ensoñaciones inútiles
    hará que te regodees en tus problemas
    y aturdirá tu relación con eso que se llama realidad

    no esperes nada de la literatura
    no esperes nada de la literatura, nena

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  2. Vuelvo a amar nuestras conversaciones.

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