El domingo pasado tuve una cena de esas en las que terminamos bailando en el living como si fuera un boliche. Fuimos hasta la estación de servicio a comprar cigarrillos y chocolates y estaba a una cuadra pero fuimos en auto, sólo para poder escuchar música en el estéreo y cantar a los gritos como en las viejas épocas.
Al otro día, el lunes, me desperté muy tarde y decidí tomarme el día. Trabajé en casa, pensé todo el tiempo en asuntos muy puntuales y, como el tiempo no pasaba y estaba contenta, decidí calzarme las botas de lluvia e irme a Easy a comprar una estantería metálica que quería hacía tiempo.
Cuando salí era de día y estaba nublado. Me probé una remera de Ramones que no me gustó, bajé al subte y cuando salí ya era de noche y diluviaba. Hice las compras en Easy. Además de la estantería, compré un ácido para destapar la cañería que desagotaba despacio (nada de destapa-cañerías, el ácido es más eficiente), unas rejillas, burletes, dos cajas de plástico grandotas y un par de cosas más.
Salí. No había taxis en ningún lado y por teléfono anunciaban 40 minutos de demora. Agarré las bolsas, cargué la estantería -que era más grande que yo y pesaba mucho- y me fui caminando abajo de la lluvia. Caminé desde Puan hasta Primera Junta. La gente me miraba pasar. Paré a descansar un rato y vi que tenía todo (el pecho, la falda, las piernas con medias can can de morley) cubierto de blanco. Eran los pedacitos de cartón de la caja que se deshacían por la lluvia. Me pareció un detalle con gracia. Al rato pasó un taxi, le pedí que me dejara en la dietética y compré pepas de coco y avena para tomar mate armando la estantería. Me di cuenta que era el Día fuera del Tiempo y me puso contenta haberme dedicado la jornada y haber estado de tan buen humor. Logré armar la estantería y me fui a una cena. El martes empecé otro año con certezas sobre varios asuntos puntuales.
Leí esto por ahí y me acordé de vos. Un beso !
ResponderEliminarqué esperás de la literatura, nena
que viaja en el último vagón del subte d
un martes a las ocho de la noche.
qué esperás de la literatura, nena
que va con zapatos negros
de taco bajo y punta redonda,
pantalones verdes que dejan ver los tobillos flacos
y adivinar el sexo reticente,
musculosa negra escotada
y con ribetes y campera corta gris de falso cuero
con flecos y el cuello hacia arriba
van llegando los 30, nena, decime
qué esperás de la literatura,
que suture el fantasma
de tu papá depresivo
tu mamá alcohólica
de tu vieja y querida anorexia voraz?
cada tanto levantás la vista del libro verde de tapas duras
y el maquillaje del día no logra ocultar
el vacío triste que hay en la caverna de tus ojos.
cuando me bajo con león (10) en la estación tribunales
cargado con bolsas del easy
alcanzo a ver que uno de los personajes de tu libro
se llama natasha.
ah, un libro ruso!
pero no es guerra y paz
ni karamazov.
será un best seller social francés o inglés
de los años cincuenta?
qué será?
qué esperás de la literatura, nena?
yo te digo: no esperes nada
no te va a curar
ni te va a informar
ni te va a entretener
ni te va a hacer mejor.
sólo va a poblar tu cabecita ya adulta
de ensoñaciones inútiles
hará que te regodees en tus problemas
y aturdirá tu relación con eso que se llama realidad
no esperes nada de la literatura
no esperes nada de la literatura, nena
Vuelvo a amar nuestras conversaciones.
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